Feminización del cuidado y vulnerabilidad de la mujer migrante y/o refugiada
Constantemente las mujeres nos hemos preguntado… ¿podremos lograr la equidad, el trabajo digno y sostenible? Y una nueva pregunta…¿seremos portadoras de una visión del mundo comprometida en el manejo adecuado y proyectivo de nuestros entornos naturales y del territorio en que vivimos?
Desde su creación hace 54 años, PAN Corporación Social, una organización no gubernamental, apuesta a la atención integral de población en situación de vulnerabilidad, sin diferenciación de condiciones sociales, culturales o económicas. Ha atendido y acompañado históricamente a familias ecuatorianas y peruanas, al igual que a los hijos e hijas de familias colombianas que también migraron a Venezuela en la década de los 80, dejando (en varios casos) en situación de abandono a sus hijos en esta ciudad. Una visión abierta para acoger al ser humano, y como se decía en esos años, bajo sus propias circunstancias, para acompañar con amor y respeto desde la solidaridad institucional. Luego, con el horizonte marcado por la Convención de los derechos del Niño, se enfatizó en la prevención de riesgos y su protección inmediata ante las realidades abrumadoras por el conflicto e inseguridad del país y, especialmente, el terror implantado por la cultura del narcotráfico que vulneró en todas las dimensiones la vida de las infancias.
Promover atenciones pertinentes, oportunas y en armonía con el entorno de vida se volvió un deber inaplazable. PAN se proyectó dinamizando los programas en conversación constante con los pares de la sociedad civil, así como con la institucionalidad, la academia y representantes de gobierno. Siempre con la claridad que el trabajo y atención de las poblaciones va más allá del plan de cada gobierno, por eso la importancia de incidir, apoyar lo adecuado, dialogar y aportar para el bien de los niños, niñas, adolescentes, familias y comunidades.
De este proceder y con una visión holística de la vida, construimos la experticia que hoy nos permitimos compartir y reflexionar.
En los últimos años nos hemos convertido en país y ciudad de acogida, debido a la migración desde el vecino país de Venezuela. Inicialmente, en mayor cantidad por migración en tránsito, luego pendular y ahora por el aumento de la migración regularizada o en espera de ello. Esto inspira la búsqueda de una solución a la medida: el programa Echando Bolas, con articulación de los PANas (voluntarios de PAN) en acciones de diferentes disciplinas para aportar a la formación de las mujeres, especialmente jefes de hogar, aunque nuestra atención está dirigida al acompañamiento a todo el curso de Vida.
Los niños y niñas en primera infancia se integran a los Centros Infantiles, donde participan de las estrategias proyectadas en “Pedagogía para la Vida Digna” en la que se promueve el disfrute integral de la educación inicial como seres humanos personales y como sujetos colectivos de derechos. Los proyectos de aprendizaje, las realizaciones de grupo, el movimiento y lúdica de Arriba Cuerpos, Juego y encuentro, y Huellas de Encantamiento posibilita la inmersión en el medio natural, así como a las artes, la literatura infantil, la música, la danza. En algunas de las sedes, fácilmente se alcanza 50 % de participantes venezolanos, en donde las mujeres son jefatura de hogar y con el 80% de su tiempo dedicado al cuidado de sus familias, al tiempo que prestan servicios de todo tipo, o emprenden de manera informal.
Ser parte de Echando Bolas es poder construir un proyecto de vida con meta de lograr la sostenibilidad socioeconómica.
De la mano de PAN, sus aliados empresariales y sus familias, las mujeres migrantes han mejorado las capacidades para la crianza, educación y cuidado de sus hijos e hijas, no siempre acompañadas por sus parejas (o en algunos casos varias parejas de cada parte). Estas mujeres han compartido saberes y experiencias y han avanzado en emprendimientos de manera individual, familiar o con otras mujeres migrantes. El acompañamiento psicosocial y de otros profesionales ha entregado valor a esta experiencia en las diferentes fases para su proyecto de vida personal, en empleabilidad o con emprendimientos a corto y mediano plazo.
Entendemos, comprendemos y actuamos reconociendo sus habilidades, acogiendo dignamente a seres que requieren ser consentidas, apapachadas y ser potenciadas para lograr que el cristal de límites no caiga sobre ellas. Es por ello que hablamos de la feminización del cuidado y vulnerabilidad de la mujer migrante.
Promovamos redes de economía solidaria con la participación de las familias, empresas y mujeres de este territorio que comparta, incluya e integre a las mujeres y familias migrantes.
En el presente, las mujeres están naciendo en este territorio: empoderar a las niñas de las familias migrantes en igualdad de condiciones que a las niñas de este distrito, del departamento y del país, es responder con soluciones a problemas de vieja data que se agudizan y que comprometen la armonía en el presente y futuro próximo.
Una mirada obligada a movilizar nuevas masculinidades, que asuman de manera equitativa la crianza de niños y niñas, la educación en sus diferentes fases o periodos de infancias, adolescencias, juventudes y el cuidado en todo el curso de vida y para la vida sostenible y sustentable.
Retos de hoy y mañana…
Patricia Espinosa Garcés
Consultora
PAN Corporación Social